En
el río del olvido no hay contracorriente, las almas, como cuerpos sin
vida, flotan sutilmente rumbo fijo a la negrura del mar sin nombre.
Allí, se funden con el vacío para no retornar jamás, tras un largo viaje
sin interrogantes, sin pasiones, sin sentidos. La ribera es fría y
oscura, la vida allí no tiene lugar... ni la muerte, ni la duda. Pero
entre los horrores de sus profundas y abismales aguas,
se encuentra una paz soberana, la cual vindica el lecho de muerte de
cada triste mortal, ahogando los miedos de una vida pasada. Allí nada es
humano, ni si quiera el inerte destino del mar sin nombre puede ser
comparado con un final remotamente humano. El premio trascendental para
el baile de unas ánimas que no supieron entender su música, pero allí
todo es gozo y pena, en el mar sin nombre no hay pasado, ni futuro, no
hay risas, ni llanto, ni pena.
Autor: © Javier Hill Blly
Autor: © Javier Hill Blly
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