martes, 17 de septiembre de 2013

Strigoi



En la mitología rumana los Strigoi son las almas malignas de los muertos, las cuales nacen cómo un niño cualquiera, pero con un signo distintivo, pudiendo ser éste un gorro, un velo o un camisón. Según creen los lugareños, estos niños pueden ser dados a luz por mujeres embarazadas que han bebido agua maldita o que alguna vez hayan salido al exterior sin un pañuelo en la cabeza. Como consecuencia Satán coloca esa marca demoníaca sobre el futuro Strigoi. Otras personas cuentan que también pueden ser engendrados por mujeres adulteras.

                En los pueblos del interior de Transilvana se piensa que sí hay sequía en el pueblo significa que un Strigoi vive allí y obstaculiza la lluvia, y si llueve y graniza se cree que dios está castigando este alma atormentada. Si por el contrario, llueve cuando brilla el sol, se piensa que el Strigoi está contrayendo matrimonio.

                Los niños que no han sido bautizados, la gente que muere ahogada por sus deudas, aquellos que mueren súbitamente o en extrañas circunstancias, los enfermos que son olvidados y rondados por un gato así como los muertos que son merodeados por gatos, perros, gallinas u otro tipo de pájaros se cree que corren el riesgo de convertirse en una eterna alma maldita.

                Durante la luna llena existen temores basados en historias antiguas, frías e inquietantes de que estas almas malignas salen de sus tumbas para bailar dónde la oscuridad de la noche se mezcla con el misterioso brillo de la luna. La noche de estos espectros malignos es la noche de San Andrés. 

                En las noches en que estos entes salen a deambular por la tierra se dice que roban leche, drenan la energía de los vivos, obstaculizan la lluvia y traen el granizo y la muerte a los pueblos que habitan. Estos traviesos vástagos del diablo se cree que tienen poderes vampíricos de transmutación, pudiendo adoptar formas de animales como lobos, osos o cabras. En la noche de San Jorge los jóvenes de los pueblos rocían con agua a las muchachas para que no sean afectadas por las fuerzas oscuras de los Strigoi.

                Para acabar con ellos, la tumba de aquel que se suponga que es un Strigoi necesita ser encontrada para llevarse a cabo allí un ritual religioso por medio de un sacerdote (muchas veces inútil), y una estaca, hecha de madera de roble, debe atravesar el cuerpo del cadáver, y éste debe ser clavado a la tumba.

                La figura del Strigoi, a veces confundida con la del vampiro, es un rasgo latente en los temores de los aldeanos de los pequeños pueblos de Transilvania, uno sólo tiene que caminar un rato por los bosques para sentir oscuras presencias, y las advertencias de los lugareños de no salir por la noche al bosque  sólo sirven para tornar más real una atmósfera oscura, bañada en un halo de superstición y temores paganos.




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